Vivir en los extremos es poco funcional. La mejor forma de ejemplificarlo es abriendo la regadera. Hay quienes dicen disfrutar del baño humeante, producto de la calidez del agua; hay quienes prefieren la intempestiva y casi violenta sensación del agua fría cayendo sin parar. Afortunadas personas que les basta abrir una sola perilla para efectuar el acuático ritual. Habemos muchas personas, menos agraciadas, que llegado el momento tenemos que dominar un balance exacto entre girar una perilla y otra para encontrar, si bien nos va, el punto medio entre frialdad y calidez.
Por más fría o caliente que nos guste el agua, es prácticamente imposible disfrutar de lavarnos el pelo y cantar con alegría en un extremo, donde el agua ebulle, o en el otro, donde casi se congela. Repito, vivir en los extremos es poco funcional.
Hay otra actividad ajena al agua que también parece ir de un extremo a otro: relacionarnos. A veces pasamos por periodos intensos de socialización, luego estamos en periodos profundos de aislamiento, cualquiera que sea el caso, cada quien tenemos una forma de abordar nuestras relaciones. Así como en la regadera podemos pasar del agua caliente a la fría en un abrir y cerrar del shampoo, basta una palabra, o una reacción, para que al relacionarnos pasemos de conciliar a querer tener la razón, de estar en confianza a una actitud defensiva.
¿Cómo te relacionas con los demás?
Diversas teorías contemporáneas de las relaciones interpersonales dividen las tendencias para relacionarse con otro ser humano en dos dimensiones. El control y la afiliación. En cada dimensión viven dos extremos:
Control: de la dominación a la sumisión.
Del lado del control, podemos pasar de tener la razón a ceder. Si frente a cada argumento o situación procuras opinar o dar consejos (aunque no te los pidan), es muy probable que estés más en contacto con el lado de la dominación; si en una discusión generalmente haces silencio (incluso cuando hacerlo implica dejar de expresar lo que es importante para ti), cabe la posibilidad que la sumisión sea tu forma común de acercarte a los demás.
Al ir a comer con tu familia, tu pareja o tus amigos ¿cuántas ocasiones sueles terminar en el restaurante que tú propones? ¿te atreves a proponer o simplemente “lo que diga la mayoría”? Al elegir una película ¿convences a los demás para que vean la que tú quieres o prefieres adaptarte a lo que elija alguien más? Desde luego que tus respuestas no son definitivas; sin embargo, es posible que sirvan cómo guía para que descubras desde donde te relacionas con mayor comodidad, si en la dominación o en la sumisión.
Afiliación: de la hostilidad a la amabilidad
Del lado de la afiliación, podemos pasar de tener una actitud defensiva y fría a tener una actitud amistosa y cálida Si cuando alguien te da su opinión, o te pregunta las razones de tus decisiones, continuamente sientes que te invaden (que es muy válido) tal vez estés más en contacto con una actitud defensiva; si las personas suelen acercarte a ti para contarte aspectos profundos de su vida, así tengas poco de conocerlas, probablemente te acomoda relacionarte desde una actitud amable.
Al llegar a convivir con un grupo de personas que desconoces (en el trabajo, en la escuela, en una reunión) ¿disfrutas conociendo a personas nuevas y sales de ahí con nuevos amigos? ¿o prefieres pasar desapercibido? Cuando has tenido que dar una noticia incómoda ¿lo dices evitando cualquier conversación posterior o das espacio para tener un diálogo con la otra persona?
Abre la llave, pon atención
Cada forma de relacionarte tiene sus beneficios. Lo ideal es tener la capacidad de responder de acuerdo a lo que la situación y tus necesidades demanden. A veces es necesario poner un límite, en otros momentos es importante abrirse a recibir, hay ocasiones que la realidad demanda rigidez y situaciones donde lo más funcional es ceder. Descubrirlo es cuestión de ponerte atención.
El primer paso para hacerlo, como sucede al bañarse, es abrir la llave, con la diferencia de que a cada instante estés atendiendo tu necesidad y no simplemente abras la perilla del agua caliente por cotidianidad. Cada que te bañes aprovecha la oportunidad, no sólo para dominar la maestría de calibrar la temperatura del agua, sino para preguntarte desde dónde estás actuando: desde la hostilidad o la amabilidad, desde la dominación o la sumisión.
Los extremos no son funcionales, pero nos ayudan a entender de qué lado pasamos más tiempo. Entre más te acerques a un extremo, más al borde te encuentras de su opuesto. Quien para todo cede, se acerca inevitablemente a poner un límite de forma intempestiva y violenta; quien procura estar continuamente a la defensiva suele ser consecuencia de que antes abusaron de su amabilidad. Quien toma rumbo al Polo Sur y no se detiene, tarde que temprano terminará en el Polo Norte.
Y tú ¿eres #teamaguacaliente o #teamaguafría?
"La mujer no nace, se hace; la biología no es destino”
Simone de Beauvoir
El podcast de BR
Descubre cuatro pilares para mejorar tus relaciones interpersonales:
Recuerda darle voz a tu interior, mientras llega la siguiente entrega de este tu Newsletter de confianza, aprovecha el fin de mes para revisar cómo te has sentido, cuáles han sido tus prioridades y explorar si hay algo pendiente por hacer, por decir o por cambiar. Nos leemos el jueves y, como lo hace Mourinho, toma nota de lo que descubras.