Deja de moverte
Sólo aparece aquello que permanece
Actualmente, tomar fotos es un mero trámite. Basta desearlo para hacerlo, y el margen de error es prácticamente nulo. No hace falta más de un segundo para ver el resultado, lo que nos permite repetir la imagen cuantas veces queramos: los momentos guardados, más que espontáneos, resultan ya actuados. La fotografía digital instantánea, así como hoy la conocemos, es relativamente nueva.
Hace unas décadas, tomar fotos era una incógnita. Había que confiar ciegamente en la persona que fungía como fotógrafa. Su labor retratando el momento implicaba sostener la incertidumbre por algunas semanas. Nada más sacar las fotos del sobre con las fotos recién reveladas para descubrir si quien estuvo detrás de la lente tenía cierta noción de estética y buen pulso. No fueron pocas veces que en la foto familiar sólo se veían las nubes, o del abrazo entre mis papás sólo se observaba un espectro. Con todo y la intriga frente al resultado, nada qué ver con lo que pasaba hace más años.
Hace casi dos siglos, tomar fotos era un arte. Lo sigue siendo; sin embargo, en los años de 1800 no cualquiera tenía el conocimiento, el dinero y la paciencia para congelar un momento. En 1838, Louis Daguerre fotografió por vez primera a una persona viva. Si miras con atención, podrás notar al ser humano, con la pierna izquierda alzada, mientras le limpian los zapatos.
¿Y los demás?
Lo curioso de la foto es que fue tomada en un momento donde la calle estaba repleta de gente. Era medio día en Boulevard du Temple, una de las avenidas más concurridas de Paris en aquel tiempo; sin embargo, en la fotografía no aparece el tráfico, ni es posible visualizar el bullicio de la ciudad, simplemente podemos ver con claridad a una persona. ¿La razón? El tiempo de exposición. Tomar la foto requirió que la luz entrara por la cámara por más de diez minutos, aquello que se movía demasiado rápido simplemente desapareció.
La fotografía tiene poco más de 180 años y su actualidad sigue vigente. No sólo porque nos recuerda un tiempo que ya se fue, sino que vuelve a demostrar la importancia de ir más lento. Sólo es visible aquello que permanece quieto. Sólo es posible aparecer si nos detenemos.
Bajemos la velocidad
Hoy queremos rapidez. Parece no haber tiempo para leer más que los encabezados, Netflix publicó que su contenido más visto no llega a las dos horas, la red social más popular lo es por sus videos de 15 segundos, estamos dispuestos a pagar para que el pedido de Amazon llegue en menos de 24 horas. Estos son sólo algunas manifestaciones claras del terror humano que actualmente significa esperar. Vamos tan rápido que no hay tiempo para reflexionar. Vamos tan rápido que no hay manera de conectar con los demás.
Nos hemos olvidado de la importancia de ir lento. Ir lento es la única manera de realmente aparecer. Sólo aquello que se saborea, se observa, se contempla y se le da tiempo a manifestarse, es lo verdadero. En la profundidad de las verdades yacen nuestros sentimientos y necesidades. ¿Qué quiero? ¿qué me gusta? ¿qué prefiero evitar? ¿qué estoy esperando? ¿qué me enoja? ¿qué me alegra? son sólo algunas de las preguntas que para realmente responderlas hace falta más tiempo que un reel en Instagram o un video viral en TikTok.
Nuestra humanidad, en su esencia, está hecha para contemplar y hacer silencio. Para ir a paso lento. No es casual que lo que llamamos mindfulness sea cada vez más popular, pues remite a la enseñanza, milenaria, de bajar el ritmo, de observar lo que está, de permitir que aparezca lo que hay.
Mientras sigamos agitando sin parar la botella de agua llena de tierra, es imposible distinguir con claridad cuánto dentro del recipiente es líquido y cuánto es sólido. Sólo dejando que se asiente el agua, es posible diferenciar las capas.
Baja el ritmo. Espera. Deja de moverte. Aprende a estar contigo, sin necesidad de ningún otro estímulo. Hazlo así y como la foto de Daguerre, permite que se disuelva aquello que es efímero y permite que aparezca aquello que permanece.
"Todo lo que se apresura está condenado a desaparecer”
Byung-Chul Han
El podcast de BR
Descubre nueve acciones para bajar el ritmo
Date un momento para respirar. Única y exclusivamente enfócate en aquello que te permita notar como entra y sale el aire que respiras. Dale la bienvenida a lo que llegue. Nos leemos el jueves.