La magia de correr
Una oportunidad para explorar qué piensas, qué sientes y cómo vas por el camino
Hay algo de mágico en correr. No me refiero a ir por la vida con prisa, sino a la acción de poner el cuerpo en marcha, despegar los pies del suelo y empezar a surcar metros. Más allá de liberar endorfinas y de mejorar la condición física, correr es una actividad que, al parecer tan simple, se vuelve atractiva para cualquiera. Todo aquel que en algún momento de su vida haya hecho ejercicio, invariablemente ha terminado corriendo. Y es por que correr es muy sencillo: no se requiere de un campo especial, ni de un balón específico, mucho menos aprenderse algunas reglas. Es más, ni siquiera hacen falta tenis para hacerlo. Basta con tomar la decisión de comenzar a andar para empezar.
Con el paso de los metros, hay personas que optan por no volver a hacerlo; correr les aburre. Hay otras que lo disfrutan de vez en cuando; correr les da energía. Muchas más lo vuelven parte de su rutina; correr les cambia la vida. Sin importar el grado de aburrimiento, energía o transformación existencial que otorga correr, a todos nos impacta tan noble actividad. La muestra está en las carreras masivas. Sean cinco kilómetros, o un maratón, no hay carrera en donde no haya muchas personas observando alrededor.
Es humano motivar a quien corre
Correr hipnotiza, y cómo no iba a hacerlo, ver a otro ser humano capaz de dominar su mente embelesa a cualquiera. Hace falta entrar en un estado mental muy especial para forzar la máquina sin desfallecer. Y eso motiva. Y eso contagia. Eso, ser testigo de seres humanos capaces de dominar sus pensamientos es, en el fondo, el estímulo detonante de gritos de aliento, porras de apoyo y miradas curiosas. Nadie con plena conciencia de sí mismo puede dejar pasar la oportunidad de alentar a quien se encuentra luchando, metro a metro, con sus demonios internos.
No es casualidad que las dos pruebas más llamativas en los Juegos Olímpicos estén relacionadas con correr. La primera, la llamada prueba reina, gira entorno a la rapidez. Cien metros a máxima velocidad como la muestra fehaciente de que callar la mente, incluso por diez segundos, no está al alcance de cualquiera. La segunda, la prueba de fondo por excelencia —el maratón— gira entorno a la resistencia. Cuarenta y dos kilómetros como evidencia de la capacidad humana de realizar una actividad poniéndole un alto a cada pensamiento.
Entre la frustración y la aceptación
Millones de personas observando con atención plena un evento con escasos segundos de duración o atentas a otro que dura más de tres horas —y por repetitivo podría parecer aburrido — son dos ejemplos claros para comprender que correr genera un impacto a nivel planetario. El impacto parece surgir de la admiración por romper récords personales, de honrar la resistencia física, o de aplaudir la determinación necesaria para ejercitarse con constancia. La realidad es otra, el impacto viene de más profundo: la magia de correr radica en tener la certeza de la capacidad humana de dominar la mente, ponerla al servicio propio y manifestar, una y otra vez, que los límites más complejos son puestos por nosotros mismos.
Correr también enseña a aceptar. A veces hay rutas idóneas para llegar a la meta más rápido, otras parecen creadas para no terminarlas. De vez en cuando alguna lesión obliga a parar, reorganizar y volver a empezar. En ocasiones es posible llegar a la meta en compañía, y en otras más vale hacerlo en soledad. Por momentos toca ser protagonista y otras veces el objetivo es alentar a los demás. Eso sí, en todas las circunstancias es inevitable conectar con alguna emoción. A veces agradables, otras desagradables, todas importantes.
Hay algo de mágico en correr, y es que se parece tanto a la vida. Cada día es una oportunidad para explorar tus pensamientos, darle espacio a tus sentimientos, elegir el terreno y empezar a andar por el camino. La próxima vez que salgas a correr, o veas a alguien a hacerlo, recuerda el parecido que tiene esta actividad con tu propia existencia. Al final del día, no hay necesidad de despegar los pies del suelo, ver los Juegos Olímpicos o alentar a los amigos para saber que cada día es una carrera en sí misma…no hace falta traer tenis para que seas protagonista de la carrera de tu vida.
"En la autopista de la vida no es posible circular siempre por el carril de adelantamiento”
Haruki Murakami
El podcast de BR
Si correr parece magia, los Juegos Olímpicos son los polvos mágicos en sí mismos…
Gracias por leer, suscribirte y compartir. Nos leemos el jueves y que tengas una excelente semana; si decides correr, que lo hagas tan alegre como estas botargas