Estamos habituados a llenar los silencios. Con palabras, pensamientos, noticias, películas, series, redes sociales, libros. Cada uno de esos estímulos son valiosos; sin embargo, muchas veces limitan nuestra posibilidad de poner atención a lo que está.
Cuando ponemos atención, surge el silencio. Es desde ahí, desde el silencio, como es posible conectar con la vida: la risa de tu mejor amiga, la entrada del sol por la ventana, la preocupación de tu pareja, las hojas que caen, la mirada de tu mascota, el agua que corre, el olor de una fruta, el latido de tu corazón.
Hacer silencio implica esperar, esperar a que se revele el siguiente paso por dar. Vivimos en un mundo acostumbrado a la inmediatez y eso deriva en que no esperemos, simplemente reaccionamos. Cuando alguien te pregunta cómo estás, en lugar de reaccionar y decir “bien”, haz silencio, espera, revisa tu manera de ser y estar de ese preciso momento y, ahora sí, contesta. No reacciones, diciendo “bien ¿y tú?” mejor responde, expresando cómo es que realmente estás.
Para conectar con alguien más, hace falta hacerle espacio al silencio y, así, poner atención: a lo que te dicen, a lo que escuchas, a lo que piensas, a lo que sientes, a reconocer la diferencia entre tus reacciones y tus respuestas. A descubrir en qué momentos sueles reaccionar y en cuáles te das chance de esperar para responder.
¿Cuál es tu reacción más conocida frente a un conflicto?, huyes (puede ser de forma literal o cambiando el tema de conversación), te paralizas (y horas o días después te das cuenta que pudiste haber dicho o hecho algo distinto) o peleas (sales a defenderte o a defender a alguien más sin calibrar realmente el riesgo de la situación).
Revísalo sin afán de cambiar algo, simplemente pregúntate ¿para qué te ha servido reaccionar de la forma en que lo haces? ¿de qué te ha servido? ¿qué te ha permitido? ¿qué has ganado al hacerlo así? ¿de qué te has perdido por reaccionar de esa forma? ¿de qué te proteges al elegir reaccionar de la forma en que lo haces?
Ahí, al revisarte, al ponerte atención, es inevitable hacer silencio, conectar contigo y seguir descubriendo tu forma de relacionarte con tu entorno. Somos seres en relación, todo el tiempo estamos en relación con algo o alguien; si empiezas a conectar contigo, esto contribuirá a modificar tu manera de conectar con tu entorno.
Entre más posibilidades tengas para responder, más opciones para conectar. Entre más te des chance de hacer silencio, más cerca estarás de descubrir nuevas formas de ser y estar. Porque del silencio nace la contemplación, y de contemplar surgen palabras. Las palabras que nacen del silencio, le dan vida al silencio.
Las palabras que le dan vida al silencio, le dan vida a la vida.
Una atención profunda solo produce silencio. Pero la información tritura la atención
Byung-Chul Han